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domingo, 13 de septiembre de 2015

En medio de este desastre lo que queda es el 6D






Salvatore Lo Mónaco/Opinión.-Cuando Carlos Gardel lanzó esa famosa canción que dice “20 años no es nada” hablaba de amor y no de política. En política 20 anos es mucho, hasta para el tema de José Feliciano: “la cárcel de Sing Sing”. Son generaciones, incluso para la destartalada economía argentina peronista y de los monarcas Kirchner. Un país, que con sus extensos y ricos terruños alimentó al mundo en varias guerras mundiales y podría seguir haciéndolo. Pero, al parecer, hay alguna maldición que cae en nuestros países de América Latina: se llama cultura. Cultura democrática. Todavía estamos buscando “el hombre a caballo, que nos salvará”. Los que hablan del “pueblo”, hablan de su militancia, de sus electores, de su clientela política.
Lo mismo ocurre en Brasil, pura corrupción. Un discurso populista de Lula y luego la actual mandataria Rousseff, que todavía puede caer más bajo en las encuestas enredadas entre los escándalos de Petrobras, Andrade Gutierres y Oderbhecht. Es que la denominada izquierda, nunca ha sabido de economía, sino para sus propios bolsillos. ¿Cuánto le habrá dado Oderbrecht a Lula? Algún día se sabrá. Alguien me decía, en la UCV, en los setenta, que los dirigentes de la izquierda, tenían “hambre atrasada” y la iban a cobrar con creces.
La Venezuela que se volvió ñoña
En Venezuela la cosa es peor. Si hubiese, el gobierno de Miraflores, contratado a expertos para destruir este país, tal como lo han hecho, nunca habría resultado tan efectivo como la praxis de los ignorantes que lo han realizado. Han acabado con el país. Al país potencialmente más rico del mundo, lo volvieron ñoña o como diría el extinto Chávez, “una plasta”.
Y eso es lo que tenemos, un país vuelta “ñoña”. Un país que incluso da pena ajena. Con más de 100 dólares el barril, durante varios años, no ahorró nada, se lo tragaron todo y le pintaron una paloma al Fondo de Estabilización Macroeconómica. No le metieron ni un medio (la locha ya no existe). Ni siquiera entendieron el mensaje bíblico de “las vacas gordas y de las vacas flacas” y mucho menos al escritor Arturo Uslar Pietri, creyeron que “sembrar el petróleo” significaba depositarlo en sus cuentas en Suiza, Andorra, u otros paraísos fiscales.
Un país, que ni siquiera con el difunto e inefable Rafael Caldera, que se tragó a su partido y a sus delfines, con 9 dólares el barril, se había vivido este temporal de colas, de tiempo potencialmente perdido buscando alimentos y otros productos del quehacer diario.
No dejaron nada. Ni siquiera las tropas de Jengis Kan han acabado con esta tierra como él lo hizo en sus tiempos y en los lugares que dominó.
No voy a hacer ningún comentario sobre los honorables magistrados del TSJ, ni sobre el Contralor, ni voy a referirme al Defensor del Pueblo, no vale la pena, son peones en un tablero de ajedrez que manejan desde La Habana. Son gente a las que no vale la pena referirse. Los Castro, ya en sus últimos años de vida, quieren dejarle su herencia nefasta a este “gobiernito”, súbdito de los dictámenes cubanos, mientras ellos tratan de reivindicarse con la historia negociando con la Casa Blanca.
A algunos gobiernos de algunos países les ha resultado positivo echarles la culpa de sus propios errores a supuestos enemigos externos. Por supuesto, el “enemigo yanqui” ocupa la primera posición en el ranking, especialmente en la “biblia” llamada “Las Venas abiertas de América Latina” cuyo autor, Eduardo Galeano, hoy le escurre el bulto.
A Chávez le funcionó un tiempo. Hasta causó risa en la ONU cuando dijo que olía a azufre la presencia de Bush. Pero, las cosas y argumentos se van acabando, agotando por su propio peso y por la realidad. Maduro, también lo intentó, no pudo. Luego la “agarró” con Guyana. Venezuela tiene bastantes argumentos legales para tomar absoluta posesión del Esequibo, pero una cancillería desmantelada, ignorante, no tiene capacidad para reclamar lo que es nuestro. Ni siquiera las regalías y subsidios a Petrocaribe ni a CARICOM lograron un voto favorable hacia Venezuela.
Así que la emprendieron con la compleja situación fronteriza con nuestra hermana República de Colombia, que por cierto, en sus fronteras nacieron nada más y nada menos que Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Carlos Andrés Pérez, y muchos otros mandatarios, jerarcas, escritores y personalidades que han hacho grandes aportes al país, luego de la Nueva Granada y la Gran Colombia. Se metieron en “camisas de 11 varas”.
Van a tener que negociar, porque el problema, además de político, por la diferencias de esquemas, es económico, dada la poca productividad interna en alimentos e insumos, luego de que este régimen acabó con la agricultura, la agroindustria y las empresas manufactureras. Pretendía y pretende acabar con la empresa privada, para que no sea competencia en el monopolio político y económico del régimen que gobierna, que de paso, la empresa privada no tenga dinero para financiar a factores democráticos de la oposición.
¿Qué le queda a los ciudadanos democráticos?
¿Qué le queda al país democrático? Salir a votar masivamente, como nunca se haya visto, para tener mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. Con la desproporcionada, injusta y absurda sentencia en contra de Leopoldo López Mendoza, el régimen trata de acobardar al electorado, quisieran que se fueran a la calle, a encender el país, para darles una excusa que les permita extender el decreto de estado de excepción a todo el territorio nacional, y así anular las elecciones parlamentarias del 6 D.
Hay que mantener la calma. Leopoldo saldrá de sus rejas en el momento oportuno. No hay que “pisar peine”, A ganarle, a votar, a salir de esta vaina por la vía constitucional y legal, porque los milicos, hace tiempo están comprados y sus bocas tapadas con un bozal de arepa y cambures

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