Por Gloria Cuenca (*)
Siempre que escribo sobre uno de mis temas favoritos: la libertad de expresión, ha pasado algo que me ha conmovido hasta la última fibra. Cada día que pasa la libertad de decir, se hace más cuesta arriba en este país.
En efecto, con tristeza observo el miedo que corroe el alma, de los venezolanos. No opinan por temor a las represalias. Decían antes, “el miedo es libre”. Mi padre- nacido en el Maracaibo de comienzos del siglo pasado- hablaba de que, en ciertos momentos, había que demostrar que “se tenía tabaco en la vejiga”. Expresión, quizas no bonita, que refleja la realidad del país. Se refería, a la falta de valentía y coraje que algunos personajes demostraron al cruzar el umbral de los calabozos. Las dictaduras de Gómez y Pérez Jiménez dejaron huella. Hubo expresión de coraje.
Las cárceles de hoy en día son mucho peor. Este desastre que se ve y observa actualmente, producto de la falta de compasión y de límites de los revolucionarios, de los “consejos espantosos del G2 cubano”, tiene su respuesta en los abogados defensores, en la familia y en los amigos, quienes con hidalguía, a través de las ONG, y demás fórmulas democráticas, han actuado en defensa de los prisioneros. Trátese de quién sea. Periodistas y comunicadores han sido maltratados, hostigados, acosados y hechos presos por decir lo que es un mandato profesional: transmitir informaciones noticiosas con veracidad, oportuna e imparcialmente.
La prisión en Venezuela actualmente, es -nuevamente- una pesadilla, mezcla de abusos de otros tiempos, torturas, y violaciones de los DH que creímos superados. Sabemos de lo que pasó en los primeros años de consolidación de la democracia. Se puede leer en los libros fundamentales de dirigentes de la izquierda alzada en armas. Después de pacificarse, actúan y luchan como demócratas. ¡Difícil ser demócrata, especialmente cuando se trata de la libertad de expresión! La represión a esta libertad no cesa.
A nuestro favor, además del coraje de los periodistas y comunicadores (lo demuestran cada día), esa extraodinaria organización que se llama “Espacio Público” dedicados con ahinco y seriedad a recoger todo lo que la dictadura hace en contra de quienes se atreven a alzar la voz. También Expresión Libre hace sentir su protesta frente a los atropellos, constantemente. El miedo no ha alcanzado a todos: allí está la Alianza por la Libertad de Expresión, conjunto de organizaciones en la lucha contra las intenciones del régimen, en el ámbito de la libertad de expresión. El periodismo libre e independiente, pese a sanciones, arbitrarias y desproporcionadas, no claudica.
No pueden entender quienes no tienen mentalidad demócratica, que una vez que se prueba la libertad no hay vuelta atrás: imposible aceptar esa censura de comienzos del siglo pasado. 20 escuelas de comunicación en el país, tienen la población estudiantil más grande de todas las carreras en el país: cerca de 25 mil jóvenes. Son el futuro. Al verlos, se quita la angustia: no pueden con los jóvenes venezolanos. Añoran la libertad de expresión y está consagrada en la Constitución Nacional, artículos 57 y 57.
(*) Miembro de Expresión Libre
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